COULROFOBIA


Cuando Jaime fue al circo en el verano del 2004 su vida cambió para siempre. A sus 14 años tuvo que presenciar la muerte de su mejor amigo, Joaquín. Luego de eso, su odio hacia el circo y en especial a los payasos servía para aplacar un poco el dolor que guardaba en su ser al ver trágico accidente. Aún tenía la cicatriz en su brazo de las quemaduras de esa noche, y sus constantes dolores de cabeza le recordaban la dura caída desde el cuarto tablón de la galería.  Las pesadillas con payasos eran frecuentes, de hecho cada noche lo visitaban y él tenía la certeza de que estos juglares del circo le tiraban de los pies por las noches. Cada mañana su ida al colegio era un sacrificio debido al insomnio y paranoia que padecía. 

 

Una tarde de regreso a su casa, vio un cartel en un muro; "EL GRAN CIRCO EN TU CIUDAD, ESTA NOCHE A LAS 10PM". Tan grande fue su miedo que comenzó a llorar disimuladamente de ira. Corrió a su pieza y se tumbó en la cama quejándose y revolcándose del dolor de cabeza, hasta que quedó dormido. Cuando Jaime despertó de su siesta,  fue al galpón de su padre y se dirigió al circo, ubicado a unas 10 cuadras de la casa. Ya la gente iba llegando a presenciar el espectáculo cuando asustados vieron  a Jaime, quien lucía bastante demacrado y vestido con un buzo azul.  A pesar de eso,  la gente entró y la función empezó. 

 

--¡Que maravilla de show!, ¡Es increíble!, ¡Los acróbatas! -- la gente aplaudía, reía y gozaba.

 

La noche estrellada también presenciaba el gran espectáculo desde los cielos. ¡Sí!, era el turno de la gran carpa en llamas baja la atenta mirada de Jaime quién reía y maldecía a los payasos.

 

Pobre joven, si tan sólo hubiera tomado "olanzapina" como todos los días nada de esto hubiese ocurrido. 

 

--El show ha comenzado Joaquín--decía Jaime con una sonrisa macabra en su rostro, mientras escuchaba el sonido de las llamas y de las llantas de las ambulancias.


-Pablo Trujillo-


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